Y tan sólo una lágrima,
de oro, o de agua y sal,
sólo una ¡nada más!,
el nevermore de Edgar,
y su cuervo en la espera
siempre de nuevos rostros,
al que quizás algunos
que nacieron poetas
solitarios y locos,
les cantan a las cosas,
¿Algunas...todas...?
¿mentiras o verdades?,
hablando o en silencio,
¡tal vez si!, ¡tal vez no!.
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